Eduardo Abela: creador de símbolos

Guajiros. Pocos pintores cubanos del siglo pasado tuvieron a lo largo de su vida tantos estilos diferentes como Eduardo Abela. El criollismo, el surrealismo, el modernismo, obras en pequeño, mediano y gran formatos, retratos, paisajes campestres y urbanos, y mundos salidos del ensueño… A pesar de ser tan prolífero, en Cuba la mayoría reconoce su nombre por una caricatura, el simpático y pícaro Bobo, «el Bobo de Abela»

Guajiros. Pocos pintores cubanos del siglo pasado tuvieron a lo largo de su vida tantos estilos diferentes como Eduardo Abela. El criollismo, el surrealismo, el modernismo, obras en pequeño, mediano y gran formatos, retratos, paisajes campestres y urbanos, y mundos salidos del ensueño… A pesar de ser tan prolífero, en Cuba la mayoría reconoce su nombre por una caricatura, el simpático y pícaro Bobo, «el Bobo de Abela».

El dibujo de un hombre con grandes cachetes que, por «bobo», no medía sus palabras ante nadie, burló la estricta censura de la prensa de su época, con supuesta ingenuidad. Las viñetas que tenían a este personaje como protagonista, comenzaron en 1925, en las páginas de la revista humorística La Semana. Era la forma de protesta del artista, discreta e inteligente, contra la dictadura de Gerardo Machado, y continuaron hasta que ese gobernante fue derrocado. Aunque ocuparon menos de una década en la vasta obra del creador, fueron estas tiras las que lo inmortalizarían en el imaginario popular.

Recién cumplido el aniversario 57 de su fallecimiento, el 9 de noviembre de 1965, el legado de Abela va mucho más allá de su obra en el periodismo gráfico. Sería suficiente recorrer la colección con su firma en el Museo Nacional de Bellas Artes para entender el porqué la historia del arte posiciona su nombre entre los más importantes de la plástica cubana.

Luz en la noche , El triunfo de la rumba , La vaca , En la gloria, Ángel en el bosque, El rapto de Europa, Azoteas en La Habana y El caos son algunas de las piezas que alberga el emblemático edificio de Arte Cubano. Esta selección muestra íntegramente su evolución como creador. La joya de la corona es, a la vez, el más famoso de sus cuadros: Guajiros , de 1938.

Fue Eduardo Abela un hombre de mundo. Recorrió España, Francia, Italia, México y Guatemala. De cada país se llevó una pizca de arte que supo incorporar armoniosamente a su propio estilo. A pesar de haber visto tantas culturas diferentes, o quizá, por esto, regresó cada vez a la imagen identitaria de su pueblo: los caseríos, las aves endémicas, los sombreros de paja, los taburetes y las anchas camisas de colores claros, cánones que su pincel convirtió para siempre en símbolos.

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